Informe anual 2021

(Fragmento; puede solicitar el informe completo en la sede de Epona-Stiftung für Pferd und Umwelt c/o Mermagen, Kesselstr. 15, 53797 Lohmar, Alemania.)

Freya auf der Weide

Este año no tuvimos grandes actividades. Tampoco hubo grandes cambios, viajes o visitas. La labor diaria en favor de los caballos llenó nuestros días.

La pequeña familia nuclear

Jumpy sigue viviendo con su Equines Cushing-Syndrom (ECS o Síndrome de Cushing). Tras haber recibido durante varios años el preparado hormonal con la sustancia activa llamada pergolida —lo cual no le reportó mejorías reales, sino que le quitaba el apetito—, le fuimos suspendiendo el medicamento poco a poco. A raíz de ello, Jumpy recuperó las ganas de comer y en ningún caso pudimos comprobar un empeoramiento de su situación. Hasta ahora, Jumpy se ha librado de la laminitis que suele aparecer a menudo con el ECS. Durante la época del cambio de pelaje, lo ayudamos con cepillados exhaustivos, que él disfruta mucho, e incluso los soporta en las zonas más críticas, como la grupa y las patas traseras. Después de todos estos años de cuidados y atenciones, Jumpy ha aprendido que sólo queremos lo mejor para él.

Jumpy der alte Zottelbär

Al que aún debemos convencer de ello es a Kosmos, aunque cada vez con menos frecuencia. No obstante, cuando no quiere, no hay forma de limpiarle o tratarle los ojos. Los tratamientos fueron más bien escasos en 2021, ya que no padeció lesiones más importantes, gracias a Dios. El terreno en el que se encuentra desde el verano de 2020 se lo conoce al dedillo, por no decir con los ojos cerrados. No sabemos si aún puede ver con su ojo adolorido, pero suponemos que aún puede diferenciar la luz de las sombras, ya que mueve la cabeza en correspondencia. A primera hora de la tarde o por las mañanas, cuando tiene sus «minutos locos», se pone a trotar por los prados con la cabeza empinada, con lo cual se hace visible para todos su pasado como caballo de carreras que a menudo se deshizo de sus rivales de forma espectacular.

A Valentina, por el contrario, le cuesta cada vez más moverse, y ahora sus quejas debido a los dolores son más frecuentes. Gracias a las radiografías hechas por el veterinario Jordi Grau, conocimos la causa: Valentina suele descargar su llamado «lado malo» —en el que Jordi supone la presencia de una antigua lesión de la articulación sacro-ilíaca—, sobrecargando demasiado su lado sano, dañándolo. El hueso presenta ahora una fisura. Intentamos aliviarle los dolores con medicamento, pues no podemos hacer mucho más. También Silvia Marti Korff, la especialista caneo-sacral, acude a menudo a atender a Valentina, pero los resultados no son siempre los deseados o esperados.

En 2021, no hubo que sacarle a Indu ninguna muela. Con los dientes que aún le quedan, arranca la hierba fresca y disfruta de su forraje concentrado. Según la temporada, se le suministra mayor o menor cantidad. Tiene muy buen aspecto y es un animal adorable, siempre en busca de algo que comer. Cuando nota que no hemos acudido a darle su alimento, se da la vuelta, como diciendo: «Entonces no, pero quizá la próxima vez». Se muestra satisfecha y a todas luces agradecida de no tener que seguir acarreando la pesada carreta hasta el mercado de Esauira, en Marruecos.

No cabe duda de que su hija, Aloha, ha roto este año el récord de abscesos. En cuanto adopta determinada postura y pone la carita correspondiente, Mercè acude corriendo con el pañal, el vinagre y la cinta adhesiva, ya que un apósito con un pañal empapado en vinagre es el mejor remedio contra los abscesos. Fuera de eso, se siente muy a gusto en los amplios prados, sobre todo cuando están secos. A menudo se la ve junto a Valentina o incluso junto a su madre. Sus cascos no han empeorado, pero siguen siendo muy sensibles, sobre todo a la humedad.

Indhu wartet auf ihr Frühstück
Aloha

Los integrantes de la pequeña familia nuclear de Epona están llenos de achaques, pero también demuestran cómo a pesar de esos inconvenientes la vida es bella y digna de ser vivida. Para ello no hace falta demasiado: los amigos, algo de espacio, un poco de comida y agua fresca. El arroyo que atraviesa los prados en San Juan se alimenta de un manantial que hasta ahora no se ha secado. Los caballos encuentran siempre algo de comer en los prados, cuando no, se les proporcionan buenas raciones de paja de los Pirineos. En primavera y otoño los amigos se dispensan entre ellos un intenso cuidado del pelaje, mediante mutuas caricias y mordisqueos. «Para estar contentos hace falta poco, y quien lo está es un rey», es la enseñanza diaria de nuestros caballos, quienes, además, se encargan de susurrarnos otras muchas cosas sobre la vida, cuando pasamos tiempo con ellos y sabemos escucharlos.

Un trébol de cuatro yeguas

Nuestras cuatro «nuevas» (véase el Informe anual 2020) siguen felices, disfrutando su convivencia en prados bastante amplios, con bosque y arroyo.

Freya, la yegua blanca y madre de Triana, que es, además, la mayor en este trébol de cuatro hojas, ha perdido buena parte de sus miedos. Todavía no le agradan mucho las vacas, pero como éstas están por todas partes y sus cencerros se hacen oír todo el tiempo, no le queda más remedio que aceptarlas. Hemos emprendido con ella varios paseos y pasado mucho tiempo junto a ella con el fin de ganarnos su confianza. Ahora es Freya la que a menudo se acerca a nosotros. Antes las cosas sólo funcionaban en la dirección opuesta. Gracias, Freya, por tu confianza, hacemos lo mejor que podemos para no decepcionarte.

Pferde im Schnee

Lara, la pequeña yegua madre de color marrón y algo pícara, sigue llevando la voz cantante. Si, por ejemplo, la persona que les cuida los cascos espera a la entrada del prado la llegada de su «clientela», sólo necesitamos conducir a Lara hasta allí para que su hija Titia, Freya y Triana la sigan «al paso de la oca». Si el tractor trae una nueva paca de heno, sólo es preciso apartar a un lado a Lara para que el terreno quede despejado. Magnífico, Lara, eres de una gran ayuda.

Nuestras dos jóvenes Titia y Triana han aprendido este año que el mundo no acaba en la valla del prado. Dos veces por semana viene Toni Arnal y las llevamos a pasear, jugar y hacer ejercicios, para que aprendan, por ejemplo, a estar tranquilas mientras permanecen atadas. Mientras tanto, han ido conociendo a las ovejas y las cabras y, por supuesto, también a las vacas. El heno ensilado envuelto en plástico ya no es un monstruo, tampoco lo son los tractores o los camiones. Ahora también conocen el pueblo, el asfalto, las tapas del alcantarillado, las sierras mecánicas y el alboroto de los niños de la escuela. Atraviesan zanjas y el agua sin problemas. El miedo ha dado paso a la curiosidad y la confianza.

Triana und Titia
Tobby und Freya

A lo largo de varios meses hemos intentado integrar a las cuatro yeguas en la familia nuclear de Epona, pero no ha sido posible. Las yeguas, todas mucho más jóvenes que nuestros «veteranos» y, sobre todo, encabezadas por la resuelta Lara, apartaban a Kosmos y sus compañeros de la paja. Se instalaban tan a sus anchas en los cobertizos, que los demás caballos se quedaban fuera, bajo la lluvia. Pero el mayor problema era el alimento, la paja. Las yeguas españolas, fáciles de alimentar, apenas necesitan heno. Debían aprender a buscarse su propia comida, porque en los prados hay para ellas más que suficiente. Durante demasiado tiempo se les suministró gran cantidad de paja en los boxes, de modo que, al llegar a la finca de Mercè, estaban muy gordas, apenas sin musculatura, sin saber en realidad qué provecho sacar a los prados. Poco a poco han aprendido que allí crece buena comida. Pero antes, en cuanto veían una paca de paja, se lanzaban sobre ella y ya no la dejaban hasta hacerla desaparecer por completo en sus barrigas. Mientras tanto, los viejos, los que más necesitan ese forraje, se quedaban a dos velas. No luchaban por el alimento, se daban la vuelta y salían a buscar comida en los prados. Al final, no tuvimos más remedio que volver a separar a los animales, y ahora las yeguas españolas pueden salir a los prados y divertirse y retozar en el bosque, mientras los viejos mordisquean tranquilamente su paja.

Die Oldies lieben ihr Heu.

Annie Hasemanns, International Program Adviser del Projeto Uerê, informa sobre el proyecto y la situación en Brasil

Projeto Uerê 2021

Debido a la pandemia del COVID, en los años 2020 y principios de 2021 las escuelas públicas permanecieron cerradas por escasez de vacunas y de personal de enseñanza. En parte se ofrecieron clases a distancia. Durante la primera mitad del año 2021, el Projeto Uerê pudo ir incrementando lentamente el número de niños apadrinados y ofreces clases presenciales. En julio de 2021, 35.000 vecinos a partir de los doce años habían recibido la primera vacuna, de modo que las escuelas públicas llamaron a los niños de vuelta a las aulas. Tras un año y medio sin clases adecuadas, muchos chicos se sentían desmotivados y presentaron dificultades para retomar la rutina de las clases. Según un informe de los centros escolares en el barrio marginal de Complexo da Maré, 983 niños y adolescentes dejaron definitivamente las escuelas. Algo parecido ocurrió en las demás favelas de Rio de Janeiro.

Familienhilfe

Más fortuna tuvieron alumnos como Matheus, que recibe apoyo de la Fundación Epona y asiste tanto al proyecto Uerê como a una escuela pública. En 2020 y 2021, tuvieron clases en parte a distancia y en parte presenciales y su ritmo de aprendizaje se vio significativamente menos alterado.

A consecuencia de la pandemia, muchos habitantes de los barrios pobres perdieron sus empleos en el mercado informal y recayeron en un estado de pobreza absoluta. En ocasiones ha habido ayudas sociales, pero la mayoría de las veces ésta no alcanza para nada. La imagen urbana de Rio de Janeiro ha cambiado drásticamente, y cada vez se ven más familias enteras viviendo en la calle. Fueron echadas de sus casas porque no podían reunir el dinero para pagar el alquiler de sus pequeñas viviendas. Eso es una tragedia, porque esas familias no tiene la culpa de estar en esa situación desesperada.

Por tal motivo, Yvonne de Mello tuvo que iniciar en 2021 infinidad de acciones para que las familias empobrecidas del barrio tuvieran al menos algo para comer. Algunos comercios y restaurantes reunieron paquetes de alimentos que el Projeto Uerê recibió y repartió. Dado que el mercado laboral no mejoró de forma esencial, muchas familias siguen dependiendo de la ayuda externa.

En la segunda mitad del año 2021, el número de niños en el Proyecto es casi tan alto como el de antes de la pandemia. La gente de la zona se peleaba literalmente para que su hijo fuera acogido en el Projeto Uerê, en ocasiones, incluso, llegaron a mostrar incomprensión cuando esto no fue posible. La lista de espera ha vuelto a ser muy larga.

Yvonne de Mello - Gründerin von Uere
Das Orchester von Uere

El proyecto musical en Uerê es todo un éxito con efecto duradero. Hace unos años sólo lo integraban chicos que querían aprender a tocar el violín o el violonchelo. Hoy más de la mitad son chicas. Hasta las más pequeñas desean participar, y la demanda de violines es grande. Se ha demostrado que los niños que tocan en una orquesta concluyen por lo general sus estudios secundarios con el título de bachiller. Y ese es, a fin de cuentas, el objetivo de Yvonne de Mello, para que los niños tengan una oportunidad real en el mercado laboral y ocupen su lugar en la sociedad civil. El equipo de fútbol de Uerê tiene también su lugar fijo en el programa. Y desde que uno de los ex alumnos de Uerê juega en el primer equipo de Botafogo, todos los demás chicos quieren jugar al fútbol.

La tasa de violencia en los barrios pobres sigue siendo alta. El gobierno tiene planes de incrementar la presencia policial en las favelas, a fin de impedir los conflictos armados entre las pandillas de narcotraficantes. Un propósito que ya fracasó en una ocasión. Con armas y uniformes no será posible nunca ganar las simpatías de los vecinos: se necesitan, paralelamente, programas sociales, una mejor infraestructura y un mayor número de opciones de empleo. Cabe esperar que se haya aprendido algo de las negligencias del pasado y que esta vez se consiga.