Informe anual 2019

(Fragmento; puede solicitar el informe completo en la sede de Epona-Stiftung für Pferd und Umwelt c/o Mermagen, Kesselstr. 15, 53797 Lohmar, Alemania.)

Pferde im Wald

Mudanza a La Corona

El 17 de julio de 2019 la Fundación Epona para la Protección de los Caballos y el Medioambiente cumplió sus diez años de edad. Diez años que están documentados en los informes anuales y en el archivo de nuestra página web. Aparte del traslado de los caballos a otro lugar durante el verano, este año de aniversario transcurrió tranquilamente. La Corona es una finca con 200 hectáreas en las que viven casi cien caballos (www.retirodecaballos.com). Hay dos rebaños, uno más pequeño de ponys, burros y caballos que no toleran el pasto de los prados y están alojados principalmente en las áreas boscosas de la finca. El rebaño mayor tiene más de ochenta animales y alterna durante el año entre otros cinco prados de varias hectáreas. Con la excepción de Ella, nuestros cinco caballos, así como los dos ponys Cooky y Toby, viven en el rebaño grande. El intento de poner a Toby y a Cooky en el rebaño de los ponys fracasó. Pero como ninguno de los dos tiene problemas en comer pasto, decidimos que, después de un periodo de adaptación, los integraríamos junto con los otros caballos de Epona en el rebaño grande. Fue una decisión correcta, ya que los caballos de Epona han formado su propio grupo dentro del rebaño, se mantiene casi siempre algo apartados en algún sitio donde crezca la hierba. Es decir, donde aún no la hayan recogido o segado, una hierba entreverada de hierbas aromáticas silvestres y flores. El alimento al que están acostumbrados. Toby ha trabado amistad con Indu. Y de Aloha se ha enamorado Yankee, un quarter del rebaño que no se aparta ni un minuto de su lado. A los caballos de Epona se ha unido también Tango, que se integró en el grupo más o menos por la misma fecha y estaba solo. Se entiende muy bien sobre todo con Kosmos.

Zwei Pferde trotten einen Waldweg entlang.
Pferde auf der Weide

También intentamos integrar a Ella en el rebaño. Pero debido a sus patas enfermas, tuvimos que sacarla de nuevo. Los caminos se alejaban mucho y el terreno era demasiado irregular para ella. La juntamos con Arie, que tiene problemas en las dos patas traseras. Para este caballo blanco fue amor a primera vista. Apenas vio a Ella, empezó a seguirla a todas partes, como una sombra. Ella tardó un poco más en aceptar a Arie como amigo. En la actualidad, los dos son inseparables.

Dos nuevos caballos adoptivos

La Corona – Residencia Equina fue fundada por Sonsoles y Paul hace casi diez años, con el fin de facilitar un alojamiento adecuado a caballos que habían sido víctimas de maltratos o que, sencillamente, habían entrado en la «edad de jubilación». El objetivo es que vivan en los prados en medio de una manada. El primer caballo llegó en octubre de 2011 como parte de una acción de salvamento: la yegua Pamela. A ella le siguieron caballos de algunos miembros de la familia y amigos. La noticia fue pasando de boca en boca, y cada vez acudieron más clientes que buscaban un lugar adecuado para sus animales. Pero ocurre con frecuencia que los propietarios de caballos no pueden o no quieren pagar la cuota mensual. En la actualidad, hay once caballos por los que no se paga cuota alguna. La Fundación Epona decidió ayudar y adoptó dos caballos, Nescafé, nacido el 9 de abril de 2004, y Chamaco, nacido el 14 de septiembre de 2000. Ambos llegaron en 2015 a La Corona y desde entonces son inseparables.

Chamaco fue un caballo de salto muy querido y estimado, pero hace tres años su dueña se vio confrontada con problemas económicos y de salud que le impidieron seguir pagando por el caballo. Sonsoles y Paul asumieron los costes. Chamaco es un caballo esbelto; en invierno tiene dificultades para digerir el forraje, a pesar de que cada año se le tratan los dientes. Pero en cuanto vuelve a salir al prado, aumenta de peso. Es muy manso y curioso, y muy leal a sus dos amigos, Nescafé y Rociera. Nescafé se parece mucho a Chamaco, es también un animal cariñoso y tranquilo, aunque, cuando es necesario, sabe imponerse a los demás caballos. Cuando era joven, participaba en competiciones de doma. Sus dos patas delanteras están lesionadas (el hueso navicular) y muestran las huellas de vendajes demasiado ceñidos. Cuando el suelo es duro y pedregoso, siente dolores, pero el uso de zapatillas de goma y de analgésicos le sirven de ayuda. Hace un año tuvo un cólico y fue preciso llevarlo a la clínica. El caballo había sido salvado por una «alemana» a la que le dijeron que el animal no viviría más de un año. Pero al cabo de tres años, la mujer informó que no podría seguir pagando los costes, asumidos a partir de entonces Sonsoles y Paul. Cuando hace un año ambos lo visitaron en la clínica, Nescafé mostró a las claras lo agradecido que estaba, contó Sonsoles.

Pferde auf der Weide

Visita a Lucy Rees y sus Pottokas

Lucy Rees es etóloga equina, escritora y entrenadora de caballos (www.lucyrees.com). Vive con unos cincuenta pottokas, una raza de ponys salvajes oriunda del País Vasco, en unos amplios terrenos de varios miles de hectáreas en las inmediaciones de Piornal, en el norte de Extremadura, en el oeste de España. Los caballos viven en esas montañas relativamente silvestres, sin contacto con la mano del hombre, en grupos familiares o de animales solteros. Lucy Rees, a veces acompañada por estudiantes del mundo entero, documentalistas, científicos o amantes de los caballos, estudia su comportamiento desde distintos puntos de vista: comportamiento grupal, reproducción, roles, tareas, relación proto/yegua madre, amistades, salud. Antes de decidir iniciar este proyecto en Europa, estudió el comportamiento de caballos en libertad de Australia (brumbies), Estados Unidos (mustangs o mesteños), Sudamérica (cimarrones) y Patagonia (baguales).

Lucy Rees und Pferde
Lucy Rees liegt zwischen Pferden

Marlies Kamps, presidenta y fundadora de la Fundación Epona – Para la Protección de los Caballos y del Medioambiente, visitó a Lucy Rees y a sus pottokas en mayo. En medio de campos de lavanda silvestre, genistas florecidas y enormes peñascos de color gris, pacían los pottokas negriblancos, cuyos potros jugaban y correteaban sin parar, los sementales montaban a sus yeguas o se ocupaban amorosamente de su descendencia. Los animales más jóvenes, los «solteros», encontraban amigos y amigas, y cuando dos machos se encontraban, escenificaban sus rituales y, al cabo de un rato, se alejaban. «Los caballos son animales amantes de la paz, prefieren emprender la huida a aceptar una confrontación», dice Lucy. Cada animal tiene su papel en el grupo y cumple con sus tareas, la yegua madre, por ejemplo, debe procurar que la «nevera» esté siempre llena, mientras que de la educación de los potrancos se ocupan los padres y otros miembros de la familia. Los caballos no necesitan de un líder ni de un jefe dominante, son más bien animales anarquistas, orientados a la sincronización. Cuando una manada huye, dice Lucy, en un primer momento todos los animales se reúnen, se sincronizan en un segundo paso y, como tercero, respetan a los otros, intentando no chocar con ellos.

La jerarquía y el dominio son conceptos humanos que los caballos no conocen. Para conocer a los caballos y conocer las dificultades que esos animales tienen con nosotros, sus depredadores, sería preciso considerar y conocer su verdadera naturaleza, sin dejarnos cegar por interpretaciones o expectativas antropomorfas. Lucy Rees ha recogido sus años de observaciones y experiencias con caballos cimarrones en las más disímiles circunstancias (por ejemplo, con depredadores o sin ellos) en su libro Horses in Company (ISBN 978 1 90880 956 8), del que existe una traducción al español: Caballos en compañía (Kolima 2019, ISBN: 9788417566753). Vea también la entrevista con la autora en la sección Epona-Talks. Para entender mejor los distintos modos de comportamiento de los caballos cimarrones o domesticados que viven en manada en un prado, o los de aquellos que viven en solitario en boxes o paddocks, la Fundación Epona prepara un proyecto en colaboración con Lucy Rees en el cual será posible observar y comparar la vida de estos caballos tan distintos y sus comportamientos.

Los caballos de Przewalski de la Organización Takh

El caballo de Przewalski, también conocido como caballo salvaje mongol, vivió hace más de 20 000 en Europa y Asia. Antes de la década de 1960, cuando esta raza de animales de típica crin levantada, línea de anguila oscura y barriga clara y redonda se vio amenazada de extinción, vivió durante miles de años en Mongolia, donde los llaman tahk o tahki (caballo salvaje), ya que, según la IUCN (International Union for Conservation of Nature), nunca fue domesticada. Hasta los años noventa sobrevivió en zoológicos. En 1990, la etóloga Claudia Feh fundó la Takh-Association pour le cheval Przewalski (www.takh.org), cuyo propósito es reintroducir estos caballos en su hábitat original en Mongolia.

Eine Herde Przewalski Pferde

El proyecto se inició en Le Villaret, en las Cevenas, al sur de Francia, ya que allí el clima y la vegetación se asemejan bastante a los de Mongolia. En 1993, Claudia Feh trasladó a ese lugar once caballos provenientes de distintos zoológicos europeos. Más de diez años duraron los preparativos, hasta que por fin fue posible llevar los primeros caballos a Mongolia, un tiempo durante el cual esta etóloga se ocupó de estudiar sobre todo los lazos familiares de los animales. En 2004 y 2005, en avión o camiones, se logró transportar otros 22 caballos a su nueva patria, situada a miles de kilómetros de distancia. Entretanto (en julio de 2019), viven en el Parque Nacional de Har Us Nuur, situado en el oeste de Mongolia, 82 caballos de Przewalski, en un terreno vallado de 14 000 hectáreas (www.takhi.mn). El objetivo a largo plazo es eliminar la valla algún día, para que los caballos puedan vivir en libertad.

 

En agosto, Marlies Kamps visitó la Organización Takh en Le Villaret, donde pasó una semana observando los caballos de Przewalski en compañía de Hélène Roche (Éthologie du cheval: www.heleneroche.fr), su morfología, su comportamiento social en familia, la relación entre las yeguas madres y los potrancos, sus amistades y sus contactos físicos. Compararon las fases de reposo de los caballos con las fases activas, como pacer, jugar o desplazarse. Se debatió acerca de los desafíos de los proyectos de reinserción en general, así como de la dificultades específicas para la reintroducción en Mongolia de los caballos de Przewalski, de la importancia de involucrar y motivar a la población para que participe del proyecto y proteja el medioambiente, evitando, por ejemplo, el sobrepastoreo. La gran incógnita para el momento de eliminar las vallas en Mongolia es si será posible que el caballo de Przewalski sobreviva y no se convierta en una raza híbrida mediante la cruza con otros caballos domesticados.

Eine Herde Przewalski Pferde
Eine Herde Przewalski Pferde

Adiós a Johanna

La vida de Johanna Wiig estuvo marcada por una pasión y un gran amor: los caballos. Fue entrenadora, maestra y consejera, siempre empeñada en mejorar las situación de los caballos, esclarecerla y ayudar. Johanna estuvo muy vinculada a nosotros desde los inicios de la Fundación Epona (véase también la entrevista con ella en la serie Epona-Talks). Johanna murió a los 49 años, tras una grave enfermedad, el día 25 de enero de 2020. La echamos mucho de menos. En nuestros corazones, siempre estará viva.

Annie Hansemanns informa desde Brasil y Eritrea:

Uerê: éxitos a pesar de los tiempos difíciles

La vida en los barrios marginales de Rio de Janeiro es difícil. Las permanentes redadas policiales y las guerras entre las distintas bandas rivales de narcotraficantes causan pérdidas y muertes, muchas veces, también, entre personas inocentes. En 2019 se suspendieron a menudo las clases, ya que las escuelas cerraban sus puertas cada vez que aparecían los helicópteros y los camiones de la policía militar llenos de agentes armados. El gobierno procede con dureza en su intento de eliminar a los criminales de los barrios, y prácticamente da carta blanca a la policía para que actúe como le venga en gana. Los cuerpos de seguridad no tienen que preocuparse de que más tarde vaya a haber eventuales pesquisas sobre irregularidades, las violaciones de los derechos humanos son evidentes en todas partes, y la población vive con miedo.

Este año, el Proyecto Uerê tiene motivos para estar orgulloso: seis chicos del proyecto de becas aspiran a continuar sus estudios de formación. Uno aprobó el examen de ingreso a la Universidad, en 2020 lo harán otros dos jóvenes. Otro chico pasará un examen para ser acogido en la Marina, otro quiere ser peluquero, y queda alguno que aún no ha decidido qué quiere estudiar. Teniendo en cuenta una situación en la que sólo un 18% de la población en las favelas alcanza una formación de cualificación una vez acabada la escuela, lo logrado por estos jóvenes es todo un hito en la comunidad.

La débil e insegura economía en la región de Rio de Janeiro ha obligado a varias empresas a cerrar sus puertas o a trasladarse a otras regiones de Brasil. El gobierno de derechas ha obstaculizado la labor de las ONG locales que actúan a nivel internacional o incluso las ha atacado a menudo públicamente. Las organizaciones vieron reducidos sus ingresos en todas las regiones de Brasil, motivo por el cual se vieron obligadas a reducir o cancelar sus actividades. Ello también afecta a Uerê. En 2020, contamos con menos maestros, de modo que pudimos dar clases a un número más reducido de niños. Pero Uerê seguirá ayudando como pueda a la población y a los niños. Seguiremos ofreciendo las becas y llevando adelante el proyecto de música. Todos confiamos en la llegada de tiempos mejores.

Mateus
Talita

Estamos muy orgullosos de nuestros dos niños apadrinados: Mateus concluyó su año escolar con muy buenas notas y también Thalita pasó de grado.

Eritrea: se amplía el proyecto con burros

En 2018 se firmó el acuerdo de paz con Etiopía y se levantaron las sanciones de las Naciones Unidas. La población estaba eufórica, convencida de que muchos inversionistas vendrían al país y que por fin se eliminaría el National Service (servicio militar ampliado). En aquel momento me mostré escéptica, ya que antes era preciso crear una serie de premisas básicas, tales como servicio eléctrico continuo, agua corriente, validez internacional de los contratos, así como un rápido servicio de internet y de telefonía móvil. Los eritreos que no confiaron en la paz, se trasladaron a Etiopía, y se estima que alrededor de 170 000 personas, en su mayoría hombres jóvenes, viven atascados en las inmediaciones de Addis Abeba y se las arreglan como pueden para sobrevivir. En el transcurso de 2019, Eritrea volvió a cerrar a cal y canto todas sus fronteras y no ha vuelto a abrirlas desde entonces. Nunca se ha ofrecido una explicación sólida a tales decisiones, pero las relaciones entre ambos países se han enfriado notoriamente. No obstante, se ha mantenido funcionando el tráfico aéreo y ambas partes siguen sentadas a la mesa de diálogo.

Para la población, en cambio, nada ha cambiado. Las malas cosechas a causa de la sequía, así como las plagas de langostas, han traído consigo la desnutrición de los habitantes en distintas zonas del país. La mayor decepción para los jóvenes fue que no se eliminó el National Service.

En 2019 pudimos dar continuidad al proyecto de las burras, cuyo propósito es aliviar el trabajo de madres e hijas, que han de recorrer grandes trayectos a pie hasta llegar a una fuente de agua y luego regresar con los pesados bidones llenos. En colaboración con un convento, durante 2019, aparte de la distribución de burras, centramos nuestra atención en la repartición de cabras. Estos animales son más baratos de adquirir, se contenta con poco y dan leche. De ese modo es posible ayudar a un mayor número de familias con hijos, en las cuales las madres es la cabeza familiar. El cuidado de los animales es tarea de los chicos, que a veces recorren grandes trayectos hasta encontrare un poco de hierba, musgo o arbustos. Ellos también se encargan de guiar los rebaños hasta las fuentes de agua. A veces es necesario cavar muy hondo en el lecho seco de un río hasta llegar a la capa freática y que los sedientos animales puedan beber. Al final de la tarde, los rebaños regresan al pueblo por los caminos polvorientos o por la carretera. Son imágenes apacibles, casi bíblicas.