Informe anual 2022
(Fragmento; puede solicitar el informe completo en la sede de Epona-Stiftung für Pferd und Umwelt c/o Mermagen, Kesselstr. 15, 53797 Lohmar, Alemania.)
«Dondequiera que el hombre ha dejado la huella de sus pies en el largo camino de la barbarie a la civilización, encontramos, al lado, la huella del casco de un caballo», escribió el autor estadounidense John Trotwood Moore (1858-1929). Los prados y bosques en los que habitan los caballos y ponys de la Fundación Epona están jalonados por innumerables senderos trillados que surgieron gracias a los cascos de los caballos. A los caballos les gusta la rutina, se sienten seguros transitando por caminos conocidos. Por la mañana, permanecen a la sombra de un viejo roble. En verano, el árbol, con sus extensas ramas, los protege de los insectos y del calor. En invierno, están en una pequeña meseta donde ningún árbol les quita el calor del sol.
En 2022, a las huellas de esos caballos se unieron las de numerosos pies humanos. Tuvimos visita del País Vasco español, de Normandía y el sur de Francia, de Alemania y Suiza. Nuestra visitante más joven tenía un par de meses de nacida. En brazos de su padre, la pequeña Maren estiró su manita para acariciar la enorme cabeza de Kosmos, que de repente apareció ante ella. La serenidad de los jóvenes padres no sólo transmitieron seguridad al bebé, sino hicieron que también Kosmos reaccionara lleno de confianza y afecto. De inmediato bajó la cabeza, como diciéndole a Maren: «Todo está bien, puedes acariciarme». Kosmos, que está con nosotros desde los inicios de Fundación en el año 2009, siempre nos tiene preparada alguna sorpresa. Hay días en que sólo lo vemos desde lejos, y cada paso que uno da hacia él está asociado a un paso suyo para alejarse en la dirección opuesta, como diciendo: «Dejadme en paz». Pero luego se muestra tan afectuoso y disfruta visiblemente, con los labios fruncidos, cuando lo acarician o cepillan. Apoya su pesada cabeza en el brazo y se entrega por completo, lleno de confianza. Se trata de momentos maravillosos de intimidad, de quietud, y sólo ese momento cuenta.
Y entonces se acerca Jumpy al trote: «Eh, Kosmos, ven conmigo hasta el prado del arroyo». A Kosmos no hace falta que se lo digan dos veces, enseguida los dos se marchan, desaparecen en el pequeño bosquecillo tras el cual se encuentra el prado en el que crece un manzano y el arroyo borbotea entre gruesos peñascos. Detrás se encuentra también el monte con la cueva en la que prefiere ocultarse nuestro solitario Cookie. Un paraíso para los caballos, del que nosotros, seres humanos, somos partícipes.
Adiós a Indu
Durante el verano tuvimos que decir adiós a Indu, nuestra pequeña yegua bereber. El día 18 de agosto, la vimos de lejos tumbada en el prado y pensamos que estaba descansando, ya que esa mañana se había mostrado muy animada y, junto con Jumpy, estuvo esperando impaciente por su desayuno. Desde hace tiempo, esos dos caballos reciben una ración extra de alimento, ya que sus dientes no pueden triturar la paja como es debido. Era un día caluroso, y, al cabo de un rato, al ver que seguía sin moverse, fuimos y comprobamos que estaba muerta. No había en ella síntomas de cólicos o de otros dolores. Por lo visto, ha muerto del mismo modo apacible que se mostró mientras vivió.
Pasó casi toda su vida sirviendo a los seres humanos, dotó a su propietario marroquí de muchos potros y arrastró su carreta al mercado con una actitud incansable. Cuando llegó a la Fundación Epona en 2012, en compañía de su hija Aloha, era una yegua cansada y demacrada, pero estaba de nuevo preñada, cosa que nosotros no sabíamos. El pequeño semental que encontramos una mañana a su lado sobrevivió sólo unas horas. No fue hasta el año 2014, cuando llegó a nosotros en Sora, que pudo hacer en los prados y bosques del enclave lo que más le gustaba hacer, lejos de todos: pacer y descansar. Estamos contentos y agradecidos de haber podido regalarle a Indu un par de años de tranquilidad y paz, con suficiente comida y en buena compañía. Gracias, Indu, por habernos enseñado cómo, a pesar de todo lo que tuviste que soportar, es posible volver a ganar confianza y esperanza.
Extremas condiciones climáticas
El verano de 2022 fue excesivamente caluroso. Las personas, los animales y las plantas, los árboles viejos y grandes sufrieron muchísimo a causa de la sequía y el calor, y los más débiles murieron. Sólo Mercè y sus amigos hubieron de llorar la muerte de cinco caballos. Boira, una yegua árabe, tenía ya más de 30 años, y el semental árabe de Marianne no se encontraba bien desde hacía tiempo. No sobrevivió al calor, y lo mismo ocurrió con otros tres caballos rescatados que llegaron a la finca de Mercè en muy mal estado, con diarreas e infecciones. España y Portugal se vieron azotados por los incendios. Aquí, al pie de los Pirineos, nos libramos en esta ocasión, y cuando cayeron las primeras lluvias, todos respiramos aliviados.
A pesar de todas las adversidades, todos nuestros caballos y ponys, aparte de Indu, sobrevivieron bien el año 2022. La única que nos causa bastantes preocupaciones es Aloha. A pesar de todos los tratamientos posibles, incluido uno muy intenso a base de antibióticos, sigue teniendo fuertes dolores en los cascos y se le forman abscesos. Todos los días le limpiamos las pezuñas y las tratamos con microorganismos eficaces, y cuando ya no funciona, le suministramos analgésicos. Sorprendentemente, Valentina necesitó muy poca medicación para aliviar sus dolores. A pesar de sus viejos huesos y sus antiguas lesiones, está bastante bien. Jumpy también se encuentra bien, y se siente mejor cuando, a principios de verano, después de muchos cepillados, por fin se deshace de su espeso pelaje de invierno. Kosmos, con sus dificultades de visión, está satisfecho de conocer bien el terreno. Las yeguas de nuestro trébol, Lara, Titia, Freya y Triana, están encantadas con los amplios terrenos donde pueden retozar y jugar a sus anchas con los ponys Tobby y Cookie.
Cada vez son más frecuentes las peticiones que recibimos para ayudar a granjas de caballos que se enfrentan a la quiebra o a propietarios que no pueden pagar sus facturas. A menudo parece que esas personas han llegado a tales situaciones por causas ajenas a su voluntad, y a fin de cuentas nuestro objetivo esencial es ayudar a los caballos. Pero, por desgracia, la mayoría de las veces no nos es posible ayudar. Somos una organización muy pequeña y tenemos que trabajar muy duro para mantenernos a flote.
Annie Hasemanns, International Program Adviser del Projeto Uerê, informa acerca de Uerê y de la situación en Brasil
Projeto Uerê 2022
El año electoral ha terminado y el socialista Lula ha ganado la presidencia por un margen muy pequeño. Muchos puestos clave en el Gobierno siguen controlados por el partido de derechas, que intentarán bloquear los intentos de reforma del nuevo presidente Lula. Bolsonaro (Trump 2.0) tiene muchos seguidores en la iglesia evangélica. Lula tiene planes de ayudar a los pobres, detener la quema de los bosques amazónicos y mejorar la economía. Queda por ver si tendrá éxito. Bajo el gobierno de Bolsonaro, la violencia ha aumentado. Todo el mundo parece tener armas en sus casa. La violencia contra las mujeres, muchas veces con desenlace fatal, es mayor que en cualquier otro momento desde el año 2015. En la favela Complexo da Maré, las cosas están razonablemente tranquilas. En otras zonas, sin embargo, la mafia de la droga, el llamado Comando Vermelho, se instala en cada vez más favelas antes controladas por las milicias. También en ciudades como Natal y los suburbios, los bandidos aterrorizan a la gente trabajadora, queman autobuses, coches o casas enteras. El gobierno no parece saber qué hacer al respecto. A Yvonne le va bien y el proyecto sigue recibiendo muchas peticiones de padres que quieren acoger a sus hijos. Siempre escaso de dinero, se las arregla siempre para continuar adelante.
Carta de Anderson, padre de Mateus
«Señoras Yvonne, Marlies y Annie: ¡Buenas tardes! Soy Anderson, el padre de Mateus Souza Barros. El año 2022 está llegando a su fin y yo quisiera agradecerles desde lo más profundo de mi corazón por los años que Mateus pasó en el Proyecto Uerê y por el afecto y los cuidados dispensados por todos a mi hijo. Su etapa en el Proyecto ha terminado, pero la gratitud será eterna. Del mismo modo que agradecí su acogida en el Proyecto y que fuera parte de él, sigo dando las gracias aunque ahora mi hijo ya no esté allí. Aprendí de mis padres que la mayor virtud de la vida es la gratitud, y quisiera desearles a ustedes lo mejor, que el año 2023 les traiga prosperidad en todo, que encuentren muchos patrocinadores y que el Proyecto pueda continuar creciendo en todo momento.
Mis mejores deseos para todas ustedes y muchísimas gracias desde el fondo de mi corazón por lo que han hecho en estos años por mi hijo. Un gran abrazo, Anderson».