Informe anual 2023
(Fragmento; puede solicitar el informe completo en la sede de Epona-Stiftung für Pferd und Umwelt c/o Mermagen, Kesselstr. 15, 53797 Lohmar, Alemania.)
Unas nubes oscuras y cargadas de lluvia arrojan su sombra sobre los prados resecos. ¿Lloverá por fin? Ha sido un verano cálido y seco, seguido de un otoño sin lluvia. Toda la hierba ha sido consumida y está marchita. Los embalses están vacíos. Confiamos en que llueva, pero quedamos decepcionados una y otra vez. Tal vez caen un par de gotas, pero nada que pueda poner fin a tanta sequía. La paja empieza a escasear, se encarece. Encontramos en Francia una reserva a precio todavía razonable.
Los caballos se han alineado a lo largo de la franja de paja. Con las cabezas juntas, comen apaciblemente al lado de su amigo o amiga, sólo los dos nuevos se mantienen todavía un poco al margen. Mientras haya comida para todos, no habrá peleas. Y lo cierto es que en la Fundación Epona para la Protección de los Caballos y el Medioambiente hemos tenido hasta ahora suficiente comida para todos, y así seguirá siendo, pues para eso trabajos, de eso nos ocupamos. Aun cuando, debido a los cambios climáticos cada vez más notorios, la labor no resulte a menudo tan sencilla.
Dos nuevos miembros de la familia
Dado que en los últimos años tuvimos que decir adiós a algunos de nuestro cuadrúpedos, en el año 2023 pudimos acoger nuevos caballos en la familia de Epona. Las do yeguas árabes Romatika du Cade y Quelea Azureenne llegaron nosotros el día 20 de octubre. Afin de simplificar las cosas, llamaremos Tika a Romatika y Lea a Quelea. Se trata de dos caballos de carrera de largas distancias (modalidad Endurance) que, una vez terminada su labor competitiva, fueron empleadas como caballos de cría.
Lea nació el 10 de abril de 2004. Su madre, Vannessia Azurrenne, tuvo nueve potros. Su padre, Habdur, era un árabe polaco que tuvo 52 hijos e hijas. Lea nació en Francia, donde vivió hasta el año 2013, pero más tarde vino a España. Sólo participó en cuatro carreras. En 2011 se lesionó y fue empleada para la cría. Dos de sus descendientes se convirtieron también en caballos de carrera. Si no hubiera sido acogida por la Fundación Epona, estaría todavía dando vueltas por el mundo o habría sido metida hace tiempo en un transporte camino del matadero, suponía Mercè. De modo que: «Bienvenida, Lea, entre nosotros podrás disfrutar el resto de tus días en paz y tranquilidad».
Tika nació el 20 de marzo de 2005 ya tiene ancestros muy famosos. Su padre, Lammah al Alia, fue uno de los 335 hijos e hijas del célebre semental árabe francés Persik. Dos de sus descendientes fueron campeones del mundo y muchos ganaron carreras de endurance en todo el mundo. A sus 18 y 19 años, Persik ganó la carrera en Florac, en las Cevenas francesas, la más legendaria carrera de endurance en todo el mundo. En la localidad de Florac se le erigió un monumento, y vivió hasta su muerte —a edad muy avanzada—, junto con sus yeguas, en el parque nacional de ese lugar. También Tika nació en Francia. Su madre, Shagya LV51, participó en carreras durante ocho años. Tika, por su parte, lo hizo durante siete. También ella llegó a España en 2013, donde siguió siendo entrenada hasta 2018 y donde también participó en algunas carreras. En todos pasó a servir como caballo de cría.
Antes de que Tika y Lea llegaran a la Fundación, vivían en una gran manada de varios cientos de yeguas de cría. No eran especialmente amigas, pero se unieron a la vista de nuestra «banda de los sietes magníficos» (véase también el informe anual de 2022), compuesta por Toby y Cookie, Triana y Titia, Freya y Lara, así como Lord.
No fue del todo sencillo reunir a los caballos. Después de pasar una semana observándose y olisqueándose con una valla de por medio, pensamos que había llegado el momento adecuado para abrir el portón, sobre todo porque Tika estaba en celo y Tobby parecía muy interesado. ¡Vaya error! En su huida de la «banda», rompieron el vallado y pudimos atraparlas de nuevo poco antes de llegar al pueblo. Sólo logramos reunirlos tras un tercer intento. Ello podemos agradecerlo, sobre todo, a un prado en el que la hierba crecía en abundancia, por lo que resultaba más interesante que los otros. Entretanto, la delicada Freya se ha unido a la sensible Tika. Lea se mantiene todavía un poco apartada, pero a menudo vemos a Toby a su lado.
Muere Valentina
El día 27 de diciembre murió Valentina. Tenía dolores cada vez más fuertes desde noviembre. Cuando, a principios de mes, vino a visitarla el podólogo, ella se negó a levantar la pezuña derecha, a finde no sobrecargar la izquierda. Más tarde, se le inflamó la pata delantera derecha. Aunque se le hizo su tratamiento dental y fue desparasitada, empezó a bajar de peso. La causa —y de eso estábamos seguros— eran los dolores provocados por sus antiguas lesiones. Llamamos a Jordi, el veterinario que la había tratado a menudo. El 30 de noviembre, éste le infiltró algunos medicamentos y analgésicos, con lo cual mejoró bastante acorto plazo. El 27 de diciembre, Valentina no apareció junto a Kosmos, Jumpy y Aloha. La buscamos por todas partes y la encontramos finalmente en un terreno totalmente intransitable y escarpado, al otro lado del pequeño río, el sitio al que se había retirado para morir. Muy lejos del lugar en el que solía reunirse siempre con sus amigos. De allí nos resultaba imposible rescatarla, así que la naturaleza realizó su labor.
Nos alegra que Valentina se vea por fin liberada de sus dolores. Aunque fue miembro de la familia de Epona durante muchos años, a menudo se mantuvo aparte. Este antiguo caballo de doma desempeñó siempre un papel muy especial. Cuando llegó a nosotros, no sabíamos nada de sus antiguas lesiones. Jordi las descubrió muchos años después, gracias a unas tomas de rayos X en las que las calcificaciones eran evidentes. Gracias, Valentina, por tu paciencia.
Kosmos está de luto
La muerte de Valentina ha conmovido sobre todo a Kosmos, que estuvo de luto durante semanas. No quería comer como es debido, adelgazó y nos miraba con ojos afligidos. «¿Dónde está?», parecía preguntarnos una y otra vez. Y una y otra vez le explicamos que Valentina había muerto, pero él no quiso darse por enterado. Sólo al cabo de más de dos meses fue plegándose poco a poco y aceptando que ella ya no regresaría.
Jumpy y Aloha se tomaron la pérdida de su amiga más bien de un modo sereno. En el estado de Jumpy no hay variaciones. El cambio de pelaje le resulta cada vez más molesto. Después de que la dentista Matilde le hiciera el tratamiento dental, empezó a comer con mayor apetito sus complementos vitamínicos y hasta aumentó un poco de peso. Aloha, cuando llueve, se refugia en un cobertizo seco y acolchado desde donde puede observar a los demás caballos. La enfermedad de sus pezuñas la tenemos bien controlada.
Freya gana cada vez más en confianza y, si por ella fuera, preferiría que la acariciasen todo el día. Ha encontrado en Tika a una compañera a su imagen y semejanza, un animal sensible y tímido. Titia y Triana han crecido, llegando a convertirse en dos ejemplares muy hermosos, llenos de confianza y cada vez con menos miedos. Incluso las vacas del prado vecino apenas levantan ya la cabeza. Lara sigue siendo la líder y se mantiene inseparable de su amigo Lord. Cookie se está haciendo visiblemente mayor y, por lo tanto, más confiado. Probablemente ya sabe que no queremos hacerle daño. Tobby sigue pensando que es un gran semental de pura sangre, y se ha comportado en consecuencia frente a las dos nuevas yeguas. «Son mías», ha querido dejarlo claro a todo el mundo desde el principio. Lord se limitó a decir, «Ok», y volvió a centrar su atención en su gran amor Lara. De todos modos, a Cookie eso le dio igual. Para él lo principal era seguir teniendo su paz y tranquilidad.
Empieza a llover y aparecen los primeros brotes verdes en los pastos. Es casi la hora del cambio, y un nuevo prado lleno de fresco verdor espera a los caballos de Epona.
El Proyecto Uerê
Annie Hasemanns (voluntaria del Projeto Uerê, e-mail: annie.hasemanns@gmail.com) estuvo en Rio de Janeiro en noviembre de 2023 y permaneció cada día junto a los niños de Uerê, en la favela Complexo da Maré. Durante su visita, tuvimos con ella, con Yvonne, Luciana y Lliane, una conferencia vía Skype. La fundadora y directora de Uerê, Yvonne Bezerra de Mello, agradeció a la Fundación Epona por su apoyo de muchos años. A partir de 2024, la Fundación asumirá el patrocinio de otro niño. En 2023, apoyamos a Uerê en la recuperación y el restablecimiento de la sala de ordenadores. El techo se había venido abajo. Gracias a Dios no había nadie en el salón cuando esto ocurrió, de modo que todo quedó en daños materiales, pero estos debían ser subsanados cuanto antes, a fin de que los niños pudieran recibir de nuevo sus clases en el local.
Annie Hasemanns ha escrito una carta sobre su visita:
En el año 2023, algunas escuelas públicas empezaron a introducir el modelo de clases en días completos, lo cual significa que los niños permanecen en las aulas desde por la mañana hasta primera horade la tarde. Las escuelas privadas, por el contrario mantuvieron el ritmo habitual. En el Projeto Uerê, por lo tanto, hay menos clases por la mañana y más en el horario comprendido entre las tres y las seis de la tarde. Por las mañanas tienen lugar, sobre todo, clases de alfabetización y actividades extracurriculares (informática, arte, música). Liliane se ocupa de comprar los alimentos, el material escolar y otras cosas necesarias para el proyecto. La contabilidad la llevan Luciana Martha y algunos supervisores externos. Yvonne se ocupa del programa general de proyecto, de establecer contacto con patrocinadores internacionales y de dar clases a los niños de la franja de edad comprendida en los 16 y los 18 años. Su propósito es retirarse dentro de cuatro años (cuando cumpla los 80). El personal, sin embargo, está bien formado y preparado. La mayoría de ellos trabaja desde hace años para el Projeto Uerê y conocen cada rutina y los métodos especiales de enseñanza que sirvan para ayudar a niños con dificultades de aprendizaje y problemas de conducta.
Este barrio pobre mostraba este año un aspecto aún más pobre que antes de la pandemia. Muchas personas han perdido sus empleos, algunas no pudieron seguir pagando el alquiler, de modo que las familias acabaron en las casas de familiares o en las calles (en Rio de Janeiro se ha incrementado dramáticamente el número de personas que habitan y mendigan en la calle). La recogida de basura funciona de manera muy irregular y los edificios públicos, como las escuelas, por ejemplo, carecen de un buen mantenimiento. Los cortes de electricidad y la falta de suministro de agua son un problema recurrente en los barrios marginales. En 2023, 42 escuelas estuvieron cerradas más de 30 días debido a enfrentamientos armados entre bandas de narcotraficantes rivales o a grandes operaciones de la policía militar en esas comunidades. Esto significaba que los niños se quedaron sin recibir clases. Los centros de atención sanitaria básica también tuvieron que cerrar a lo largo de 20 días. Durante esos violentos enfrentamientos, la vida cotidiana en la favela se ve gravemente alterada. La gente no puede salir de casa para ir a trabajar, las tiendas locales cierran y se cancelan todos los servicios. Como consecuencia, Uerê tuvo que cerrar durante 29 días. No parece haber solución para la gente corriente, que sólo quiere trabajar y llevar a sus hijos sanos y salvos a la escuela más cercana o dejarlos jugar al aire libre.
Pero también hay noticias alentadoras
Uno de mis propósitos al visitar el proyecto era analizar cómo avanzan los niños de Uerê una vez concluida la escuela secundaria. Por eso estuve hablando con antiguos jóvenes que fueron integrantes del Proyecto Uerê. Me sentí gratamente sorprendida al comprobar que existen diferencias en relación con la época de hace siete o diez años.
Entonces los niños apenas conseguían vencer nueve años de educación escolar, la terminación de la escuela secundaria era como la guinda del pastel. Hoy, a este periodo le sigue el examen de ingreso para estudios superiores. Llegar a la Universidad no es fácil, sobre todo para los jóvenes de esos barrios pobres (con una educación general claramente insuficiente). Pero los niños del Proyecto Uerê parecen estar mejor preparados para alcanzar ese nuevo escalón. La mayoría de los que vencen la enseñanza secundaria consiguen también ser aceptados en la Universidad o en algún otro centro de formación superior. Esto significa una evolución positiva y una prueba de que esos métodos de enseñanza del Proyecto Uerê son valiosos y sostenibles.
La antigua becaria del proyecto de la Fundación Epona, Thalita, ha conseguido superar en enero de 2024 el examen de ingreso a la universidad y ha comenzado sus estudios superiores en la especialidad de Alimentación y Nutricionismo.