Informe anual 2014
(Fragmento; puede solicitar el informe completo en la sede de Epona-Stiftung für Pferd und Umwelt c/o Mermagen, Kesselstr. 15, 53797 Lohmar, Alemania.)
En el año del caballo, según el horóscopo chino, hubo grandes cambios para todos nosotros, los bípedos y cuadrúpedos de la Fundación Epona para la Protección de los Caballos y el Medioambiente. No mudamos de los grandes prados de Normandía a las montañas españolas. Hemos encontrado un nuevo hogar en una finca de unas 100 hectáreas, La Casa Nova, situada cerca de Sora, al norte de Barcelona, en medio de los Pirineos catalanes. La mudanza fue necesaria, ya que la finca La Chevrie fue vendida. La nueva propietaria es una gran organización francesa dedicada a la protección de animales, la SPA (Société Protectrice des Animaux).
El nuevo entorno
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Por fin podíamos acoger a las dos yeguas bereberes de Marruecos, Aloha e Indu, en la familia de Epona. Las habíamos dejado en Andalucía porque el abundante pasto y el clima húmedo de Normandía habría sido difícilmente soportable para dos caballos del desierto fáciles de alimentar. Sobre todo, temíamos por Aloha y sus cascos enfermos.
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El cambio también les sentó bien a los demás caballos de Epona, especialmente a los más viejos y a los de sangre española: pasar de unos prados ricos en proteínas a unas cuestas montañosas con abundancia de hierbas aromáticas pero algo estériles, donde tenían que esforzarse para buscar la comida, ha sido un aspecto muy positivo. Los eczemas de verano de Jumpy y Ella mejoraron muchísimo; en el caso de Valentina, desapareció por completo. En general, los caballos se muestran ahora más esbeltos y musculosos. El problema de la dermatofilosis, que tanto había hecho sufrir a Brill, dejó de ser un tema.
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Sora y sus alrededores son una zona de entrenamiento y cría de caballos para el enduro ecuestre. Por esa razón, existe allí una excelente infraestructura para los caballos, los mejores veterinarios y herradores. Kosmos, que padecía permanentemente debido a su inflamación de los ojos, que entretanto había cobrado una gravedad alarmante, recibió ayuda mediante una terapia con células madre. Una clínica oftalmológica para caballos próxima a Barcelona lleva a cabo con éxito estos tratamientos desde hace unos años.
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Jumpy, nuestro chico problemático (véase el Informe anual 2013), encontró a su gran maestro en la figura de Toni, que gracias al método de la doma india ha convertido al capón rebelde, asustadizo y agresivo en un caballo sociable y adorable.
Atención médica
Las facturas por tratamientos de los veterinarios fue considerable en el año 2014. Sin embargo, enseguida los resultados fueron palpables. Sobre todo Kosmos se convirtió en otro caballo a raíz de la terapia con células madres: alegre y manso, vuelve a mirarnos con sus ojos preciosos y ahora completamente sanos. En ese apartado, queremos dar las gracias, sobre todo, a Mercè, que se ocupó de un modo conmovedor de este sensible y complicado capón, le aplicó las gotas varias veces al día con paciencia de santa y, gracias a eso, le evitó una estancia más larga en la clínica.
Una llamada de auxilio desde Alemania
Como si no tuviéramos ya suficiente con nuestros propios animales, el día 3 de noviembre recibimos el siguiente correo electrónico:
«Estimados miembros de la Fundación Epona:
Mi nombre es Luisa Zielke y me dirijo a ustedes debido a una situación de absoluta emergencia.Somos un grupo de jóvenes mujeres (todas propietarias de caballos), que hace tres meses compramos a su dueño una yegua mediasangre de cuatro años de edad. El animal tenía una grave excrecencia en el ojo derecho y su propietario anterior tenía intenciones de sacrificarla, pero sólo cuando los precios por un sacrificio volvieran a incrementarse.Hemos iniciado una llamada de auxilio a gran escala, gracias a la cual hemos conseguido reunir suficiente dinero para que la yegua sea operada en la clínica veterinaria de Demmin. Ha sido preciso extirparle todo el ojo. La yegua hubo de permanecer cuatro semanas en la clínica, ya que su estado general era demasiado crítico. Tres semanas después de recibir el alta médica, se le empezó a inflamar el otro ojo. Gracias a otro llamamiento, conseguimos que un especialista se lo examinara. Se le tomaron muestras y se le hizo un ultrasonido. El especialista, el doctor Tóth de Dülmen, nos confirmó el diagnóstico: una oftalmia en el ojo interior. Es preciso actuar con urgencia, ya que este tipo de inflamaciones, si no se tratan, pueden provocar la ceguera definitiva de ese ojo. El animal perdería su único ojo sano y no tendría oportunidad de vivir.Para salvarlo es necesaria una intervención quirúrgica que cuesta 1 500 euros. Hasta ahora, gracias al apoyo financiero resultante de nuestras acciones, hemos invertido unos 2 000 euros en el tratamiento de la yegua. Pero en este momento nos topamos con nuestros límites y dependeríamos de otro apoyo financiero. Si no conseguimos reunir el dinero para la operación, todo lo hecho hasta ahora sería en vano. ¿Tendrían ustedes la posibilidad de apoyarnos financieramente?Los veterinarios, el doctor Anders (Clínica veterinaria de Demmin), el doctor May (Consultorio Puvogel) y el doctor Tóth (Clínica veterinaria de Dülmen) están también a su disposición para cualquier pregunta. Les adjuntamos algunas fotos del estado de la yegua en el momento de la compra.Con un saludo lleno de esperanza,
Luisa Zielke».
No tuvimos que pensárnoslo mucho y prometimos ayudar de forma excepcional. A continuación, fuimos testigos de la extraordinaria y amorosa entrega de una joven mujer que lo apostó todo por ayudar a un caballo enfermo. ¡Y lo consiguió! Marell es hoy un magnífico ejemplar y su joven propietaria está, con razón, muy orgullosa de ella.
Toni y Jumpy
Otro motivo de alegría nos lo ha proporcionado Jumpy, nuestro chico problemático. El capón, que llegó a nuestra Fundación en 2013 (véase el informe anual 2013), se ha desarrollado de forma magnífica. Desde que podemos tratar su alergia al verano, ha vuelto a crecerle el pelaje. Podemos acariciarlo sin restricciones sin tener que contar al momento con una patada, y es evidente que disfruta de esas caricias. Toni, que ha contribuido con creces a la transformación de esa pequeña «bestia», tiene todas las cualidades para trabajar con caballos difíciles: es paciente, comprensivo, tiene un gran sentido del humor y, como ex bailarín, es rápido, diestro y fuerte.
Toni Arnal Roig nació en Barcelona en 1965 y ama a los caballos desde que era un niño. Practicó distintos métodos de equitación y de domesticación y participó en cursos con Lucy Rees y Chico Ramírez. Pero no fue hasta el año 2000 que conoció en Argentina a Oscar Scarpati y su método de la doma india y empezó su formación profesional, para, dos años más tarde, dedicarse por completo al trabajo con caballos. Al principio fue difícil encontrar propietarios de caballos dispuestos a confiarle a Toni sus animales, ya que la doma india era desconocida en Europa. De modo que le traían siempre los caballos más difíciles, aquellos con los cuales había fracasado todos los demás. De ahí que con el tiempo se especializara en animales problemáticos, aunque hoy trabaje con todo tipo de caballos. Sin embargo, según el propio Toni, lo que más placer le reporta es trabajar con caballos como Jumpy.
Entrevista con Toni Arnal Roig
La doma india, ¿en qué consiste ese método de trabajo con caballos?
La doma india es el método aplicado desde el siglo XVII por el pueblo de los indios ranqueles de la pampa argentina en la domesticación de los caballos. Sin influencias externas, sólo a partir del saber y del respeto a la naturaleza, estos indígenas desarrollaron un modo muy particular de entender y educar a los caballos, respetando su naturalidad.
¿Cuáles con las diferencias en relación con la doma natural?
A diferencia de la tradicional doma natural, que yo ya conocía y que se basa en los estudios sobre el comportamiento de los caballos y sus formas de expresarse, los fundamentos de la doma india son el amor y la confianza. A cada caballo se le considera una criatura única, se destacan sus virtudes y capacidades y se equilibran sus carencias y defectos, como si se tratase de un hijo o un hermano.
Hacia el año 2000, tuve la enorme suerte de conocer a Oscar Scarpati y a su familia, descendientes directos de los ranqueles. Oscar y su familia dedican su vida a los caballos. Fundaron la escuela Doma India Argentina con el fin de difundir el saber de su comunidad.
Después de convivir con ellos durante un buen tiempo, mi vida cambió. No sólo aprendí más acerca de los caballos, sino también acerca de la vida en general, del modo en que la entienden los indígenas, con todo lo que forma parte de ella y nos rodea. Un indio dice: «La doma de un caballo se logra a través de la ventana del alma del animal». Y yo mismo he experimentado que cuando un caballo te abre la puerta de su alma, te entrega la llave de su vida. Desde entonces he trabajado con centenares de caballos. Cada uno es distinto, especial, con todos compartí experiencias y de todos aprendí.
¿Qué impresión te llevaste de Jumpy cuando lo viste por primera vez?
Cuando me pidieron que le echara un vistazo a Jumpy y me contaron su historia, creí que se trataba de otro caballo maltratado: un animal de aproximadamente 14 años que ha pasado casi diez años de su vida en un rebaño de vacas, que mordía, tiraba patadas y no se dejaba acariciar.
¿Cómo has trabajado con Jumpy? ¿Qué fue lo más importante? ¿Qué te sorprendió?
Yo fui a echarle una ojeada. Debido a la piel lesionada, a causa del eczema, lo que vi fue muy triste. Apenas le quedaba pelaje en la cruz y en el lomo, tenía excoriaciones en la crin y la cola.
Entré al establo y me concentré en su mirada, en la que no había odio ni miedo, sino más bien una especie de sorpresa. Empecé a trabajar con él con cautela, lo saqué del establo y comprobé que se comportaba como una vaca y no respetaba a nadie. Poco a poco me di cuenta de que Jumpy no entendía nada. Después de todos esos años con las vacas, había aprendido a comunicarse con ellas, hacerse entender, pero no con las personas. Supuse que trataba de ganarse el respeto mediante mordiscos y patadas. Y los dolores de las lesiones hacían que no se dejara tocar, que desarrollara miedo y desconfianza. Decidí jugar con él y tocarlo con la cuerda en aquellos sitios que no quería que le tocaran, sólo para demostrarle que no le tenía miedo y que podía tocarlo sin causarle dolor.
Lo decisivo y lo difícil fue ganarse su confianza. Cuando, después de muchas horas, lo conseguí, su comportamiento agresivo cambió. Se dejaba tocar, dejaba que le aplicaran las cremas y le recortaran los cascos. En eso pudimos ayudarlo. Pero lo que a mí más me asombró fue que sus estados de miedo apenas mejoraran. Era prácticamente imposible lograr que se mantuviera quieto cuando alguien estaba a su lado.
Fueron necesarias muchas horas y muchas largas excursiones para convencerlo que podía pacer tranquilamente en mi presencia. Las constantes caricias y la permanente atención dieron lugar a que a Jumpy no sólo le gustaran los paseos, sino que incluso me permitiera montarlo.
¿Cómo ves a Jumpy en la actualidad?
Su recuperación aún no ha terminado. Lo malos recuerdos, así como los buenos, nunca se borran del todo. Pero ya empieza a ser un caballo normal, con un carácter bastante difícil, pero sin agresividad, y muy sensible en el trato. Su aspecto ha mejorado considerablemente, y las heridas son ya tan solo un recuerdo en forma de partes blanca del pelaje.
¿Qué podemos aprender de los caballos?
De Jumpy he aprendido que la incomprensión puede provocar agresividad, y para que eso no ocurra, debo hablar una lengua que todos puedan entender. Esa lengua es la sinceridad, el amor y la confianza.
El proyecto Uerê
Buen final de curso para los niños apadrinados de Uerê
Annie Hasemanns, International Program Adviser de Uerê, nos escribía lo siguiente a finales del año:
«Aquí van las notas de Suellen y Talita. Las dos chicas han tenido unas notas estupendas y han podido pasar de grado. A Suellen le gustaría empezar sus tres años de enseñanza secundaria en una escuela privada. Me gustaría preguntar si la Fundación está de acuerdo con eso, ya que en ese caso, necesitaría una beca por otros tres años. Tendría que aumentar levemente los costes de una beca, de 1600 € a 1700 €. Por desgracia, la vida en Brasil se encarece cada vez más, y lo mismo pasa con las escuelas. Ya el año pasado Uerê apenas pudo sostenerse con esa suma. Espero que no haya problemas. Como alternativa, podría buscar un patrocinador adicional que compense el importe faltante.
Ahora los niños están en las vacaciones de verano, a principios de febrero empiezan el nuevo curso escolar. Después de que en agosto me llevara una sorpresa tan positiva al ver la atmósfera de paz que reinaba en Complexo da Maré, veo ahora que eso ha sido, por desgracia, de muy corta duración. A pesar de la presencia del ejército, siguen teniendo lugar los enfrentamientos armados y las luchas territoriales. Cabe confiar en que hasta que se inicien los Juegos Olímpicos de 2016 se encuentre una solución, para que la gente por fin pueda vivir en paz.
Hast pronto,
Annie